Propuestas para un uso eficiente del agua de riego en la agricultura
El objetivo de los sistemas de riego es poner a disposición de los cultivos el agua necesaria para que cubran sus necesidades, complementando la recibida en forma de precipitaciones naturales. Cuando se distribuye agua por una parcela de cultivo, existen dificultades que ocasionan pérdidas e impiden que el agua se reparta de forma homogénea. Es importante solventar estas dificultades, pero lo es aún mayor cuando el agua es un recurso de escasez creciente. Para juzgar la calidad de un sistema o instalación de riego se emplean algunos conceptos que es necesario conocer.
Se entiende por buena práctica de riego un manejo tal del recurso que permite la perduración del agua en el tiempo, en suficiente cantidad y calidad. A la hora de regar necesitaremos seguir un proceso lógico de toma de decisiones, asegurando que se aplica una cantidad de agua lo más ajustada posible para cubrir las necesidades del cultivo. Este proceso consta de tres fases fundamentales:
- Conocer el ciclo de desarrollo del cultivo en cuestión y la sensibilidad al estrés hídrico en cada una de sus etapas
- Calcular las necesidades hídricas del cultivo mediante la metodología más exacta disponible
- Establecer pautas de aplicación de los aportes de agua de riego
Pero, además, es necesario manejar otros conceptos, como el uso legal del agua, acorde con la concesión otorgada al regante o el mantenimiento adecuado de las instalaciones. En conjunto componen un decálogo de buenas prácticas que se desarrollarán a continuación, centradas especialmente en los aspectos de cantidad de agua, más que en los del calidad, que requerirían de otro manual
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