Control biológico de Mosca Blanca (Bemicia tabaci)
Uno de los problemas fitosanitarios de mayor connotación en los últimos 10-15 años ha sido, sin duda, las afectaciones causadas en diversos cultivos por las grandes poblaciones de la mosca blanca Bemisia tabaci (Gennadius)(Hemiptera: Aleyrodidae). La aparición de Bemisia tabaci como una nueva plaga de importancia económica en los 1970s, estuvo asociada al abuso de los primeros insecticidas introducidos en la América Latina en los 1960s, para controlar otras plagas de cultivos como el algodón. Eventualmente, las altas poblaciones de mosca blanca comenzaron a transmitir virus de plantas no cultivadas a las cultivadas, pues Bemisia tabaci transmite más de 200 virus diferentes, principalmente begomovirus, como el virus del encrespamiento amarillo de la hoja del tomate (TYLCV) y el virus del mosaico dorado amarillo del frijol (BGYMV), entre otros.
Respecto a las tácticas de control, a pesar de las investigaciones realizadas y la información disponible sobre el manejo integrado de moscas blancas como plagas y vectores de virus, los agricultores aun se apoyan en gran medida en los insecticidas. El continuo uso y abuso de estos productos eliminan los enemigos naturales de las moscas blancas, mientras que estas plagas se hacen resistentes rápidamente a los insecticidas.
El control biológico es una de las alternativas que se ha estado investigando en diversas regiones del mundo, demostrándose hasta el presente que puede constituir un componente importante del Manejo Integrado de Plagas (MIP), principalmente facilitando la conservación de los enemigos naturales, las liberaciones combinadas de entomófagos, y las aplicaciones de bioproductos a base de microorganismos entomopatógenos.
Desde luego, para que los agentes de control biológico puedan actuar, es necesario educar a los agricultores sobre la necesidad de hacer un uso adecuado de los insecticidas y proporcionar las condiciones ambientales necesarias para los diversos agentes de control biológico. Solo así se logrará recuperar la estabilidad biológica de los agroecosistemas afectados por la mosca blanca, y alcanzar el gran potencial del control biológico.